Día de las enfermedades raras.

Hoy, 28 de febrero, cumple de mi padre el Abuastur, es según me recuerda Instagram y Facebook el día de las Enfermedades Raras; así que me he decidido a publicar algo al respecto, porque éstas forman parte de mi día a día.

Sí, los reumatólogos pediátricos tratamos enfermedades que pueden considerarse raras: las enfermedades autoinflamatorias. Recientemente descritas porque han sido recientemente comprendidas, auque hayan existido toda la vida, suponen un reto tanto para el diagnóstico como para el tratamiento. Las enfermedades autoinflamatorias, de las que algún día hablaré en el blog, están aún «en pañales», si las comparamos con muchas otras enfermedades pediátricas.

Ejemplo de enfermedades autoinflamatorias son la fiebre mediterránea familiar, el TRAPS, el CINCA, el CANDLE, el síndrome de Blau, el HIDS, el PAPA,… ¿A que nunca habíais oido estos acrónimos y estos nombres? … Como he dicho, un día las traeré al blog.

Pero lo que yo quería transmitir hoy aquí es que:

Lo que verdaderamente hace falta para avanzar en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades raras en general y las autoinflamatorias en particular es INVESTIGACIÓN. Que haya fenómenos virales en las redes sociales de gente tirándose cubos de hielos encima o tapándose media cara con la mano está bien, porque da visibilidad a estas patologías. Pero no nos engañemos; lo único que va a mejorar el pronóstico y por tanto la vida de estos pacientes es que se investiguen las causas de sus enfermedades y se ensayen medicamentos para las mismas. Hace falta, desde arriba, impulsar nuevas estrategias de investigación y apoyar las ya existentes. Y eso cuesta dinero.

Hay mucho potencial en España en lo que a investigación biomédica se refiere. No perdamos la esperanza de que, algún día, este potencial sea más favorecido y apoyado «desde arriba».

He dicho. 🙂

Preadolescencia: micro-relato.

Un martes más. El martes es el día más complicado en Villamocos: hay que recogerlas del cole por la tarde, llevar a la primera al conservatorio, regresar a casa, llevar un hora más tarde a la segunda, regresar a casa, volver al conser a recoger a la primera, regresar a casa, y finalmente encaminarse al conservatorio de nuevo a recoger a la segunda. En el ínterin, sus padres intentamos adelantar algo de trabajo, ayudar a la hija que está en casa con lo que no entiende de los deberes y planificar cenas. Total: que el martes es el peor día, queda claro, punto pelota.

Pero ha habido unas pocas ocasiones este curso en las que, por fuerza mayor, los padres de las criaturas tuvimos que dejarlas «en bloque» a las dos nenas en el Conser toda la tarde del martes.

Hija, lo siento, pero esta tarde tenemos jaleo. Llévate la tarea al Conser y allí vas a la biblioteca a hacer los deberes durante la hora que no tienes clase… toma 1 euro para comprarte algo si tienes hambre….

Jo, mami… ven pronto.

-Sí, sí, enseguida, y cualquier cosa me avisáis, ya sabes...

Pero resulta que de un mes, más o menos, para acá, las tornas han cambiado.

Mami, no te preocupes por hacer tantos viajes esta tarde. Nos dejas a las dos en el Conser a la vez y luego ya vienes a por las dos juntas…

Pero, ¿estás segura? ¿no te vas a aburrir de 7:30 a 8:30? ¿Qué vas a hacer?

No te preocupes, mami, que voy a la biblio a leer o a una cabina a estudiar.

Me encanta el conser al principio de las clases. Pasillos vacíos de gente pero llenos de sonidos provenientes de instrumentos afinando :-)

Me encanta el conser al principio de las clases. Pasillos vacíos de gente pero llenos de sonidos provenientes de instrumentos afinando 🙂

Hasta que caí del guindo, observando tras la cristalera de la puerta de entrada esperando a que los bedeles me abrieran.

Ya no se aburren en el conservatorio. Al contrario, les gusta pasar tiempo allí, me refiero a tiempo fuera de clase. Hay aliciente. 🙂 Porque sucede que tienen su grupete. Su pandilla, su círculo… del Conser. Complementa al del colegio. Los ratos de Conser sin clase son como los recreos del cole: tiempo para jugar (cada vez menos) y charlar (cada vez más). Y les encantan, quieren pasar tardes allí, porque allí están parte de sus amigos. Con los que hablan de la versión de los Beatles que han tocado en Audiatur o que Bach es un rollo, pero, a fin de cuentas, hacen piña de identidad, que al final, en eso consiste la adolescencia.

La Naturaleza se abre camino… 🙂

Proyecto ConCienciArte.

Hoy, entrada cortita para poner en conocimimento de cuantos más, mejor, este proyecto.

Como algunos sabéis, parte de las enfermedades que un pediatra especializado en reumatología pediátrica atiende son enfermedades consideradas raras. Dentro de éstas, hay un grupo –las enfermedades autoinflamatorias–  que aún se conocen poco incluso dentro de la propia comunidad médica porque se han ido describiendo recientemente. De hecho, el nombre que las engloba (enfermedades autoinflamatorias) también es «nuevo» en Medicina (no llega a 20 años).

No obstante, también hay que decir que algunas de ellas se describieron hace siglos, como por ejemplo la Fiebre Mediterránea Familiar. Lo que pasa es que ha sido hace poco cuando se ha comprendido el por qué se produce, y resulta que es una enfermedad autoinflamatoria.

Otro día hablaré de ellas, seguramente. Pero lo que hoy os quería contar es que la investigación en estas enfermedades es muy necesaria, porque muchas de ellas aún no se comprenden bien y carecen de tratamiento adecuado. Y sin soporte económico, no hay investigación… Así que echad un ojo a este link, aquéllos que sois un poco o un mucho artistas, que no voy a decir nombres pero entre los lectores de este blog hay unos cuantos dibujantes, pintores y/o ilustradores, y pensaos si os apetece participar. 🙂

Aquí tenéis la info:

Proyecto ConCienciArte

 

 

El día mundial del cáncer.

Yo nunca sé cuándo es el Día Mundial del Cáncer realmente, porque son tantos los «pásalo» que circulan por Facebook y Whatsapp que comienzan con «Hoy es el día mundial del cáncer,…» que a veces me da la sensación de que es varios días al año.

Para el caso, da igual, si hablo hoy de esto es porque me ha surgido así tras leer esta entrada: «Ni batallas ni perdedores…» en la que se reflexiona sobre la puñetera equiparación de esta enfermedad con una «batalla» que un paciente debe pelear, y luchar, y afrontar, y vencer. Como un jodido héroe. Y no es así.

No es así, simplemente porque el cáncer es una putada enfermedad a menudo muy grave en la que, creedme, las posibilidades de curación poco tienen que ver con el ánimo luchador del paciente. El curarse o no depende del tipo de cáncer (no es lo mismo un basocelular de piel que un microcítico de pulmón), de la situación basal del enfermo (no es lo mismo ser un joven de 20 años sin otras enfermedades que un señor de 68 con diabetes y bronquitis crónica), del estadiaje del tumor (más localizado o más extendido), y de muchas otras variables que la Oncología escudriña cada día al afrontar otro nuevo caso.

Y me parece que transmitir a un paciente que acaba de enterarse de una noticia que es verdaderamente una mierda descorazonadora, que tiene que ser «valiente y optimista» y «luchar y pelear», es una putada desacertada actitud. Porque, encima de estar enfermo, encima, resulta que se le exige que luche, cuando no se ha encontrado más débil en toda su vida, y se le exige que sea optimista, cuando jamás se ha encontrado más desolado. Pero, ¿qué coño necesidad hay de esto? Manda huevos.

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Mi madre pasó por uno de los cánceres más devastadores que hay: adenocarcinoma de páncreas que al diagnóstico era ya incurable. Y creo que sufrió más de la cuenta precisamente por eso, por «pelear» como se esperaba de ella que «pelease». Hubo muchas veces que, seguro, prefirió quedarse en casa con su sofá y su manta, pero como se suponía que había que echarle huevos se vistió con la ropa que encontró adecuada a sus decenas de kilos perdidos, se puso la peluca que odiaba porque le picaba y le daba calor, e hizo el esfuerzo enorme (puesto que estaba tremendamente debilitada) de ir a bodas, bautizos, comuniones, y lo que se le pusiera por delante. Seguro que, en parte, lo hacía por nosotros, su familia; pero estoy convencida de que también se amoldaba a lo que creía se esperaba de ella.

Pues no estoy de acuerdo. Al enfermo de cáncer hay que cuidarlo. Hay que darle lo que le apetezca. No tiene que luchar, es la medicina la que tiene que luchar por él. Porque los cánceres con buen pronóstico se curan con ciencia, no «luchando», y los que tienen peor pronóstico se curarán en el futuro con lo mismo: investigación y trabajo. Además de la prevención, la prevención, así en negrita. Qué batalla ni qué niño muerto batalla, seamos serios. O al menos, no seamos crueles: ¿O es que mi madre, como tantos otros, perdió esa batalla? ¿Luchó poco? ¿No fue lo suficientemente valiente? ¿O será que su estrategia bélica no fue acertada? Nos ha jodido Anda ya.

Mamá, lo hiciste DE PUTA MADRE lo mejor que pudiste, que nadie diga que perdiste.

Bueno, hoy salió el post lleno de improperios, pero… ésta también soy yo. 🙂

 

Curso de porteo.

Bien, pues aunque tenía como propósito de año nuevo publicar más veces y posts más cortos, ya queda visto que no lo estoy cumpliendo; no sé si a todos los bloggers les pasa, pero a mí sí: hay días que tengo muchas cosas que contar, y luego vienen rachas de auténtico secarral creativo. 🙂

Lo fácil sería hablar hoy de temas candentes esta semana, como la OPE para pediatras en Madrid (búsquese en twitter el hashtag #opetrampa), o el desabastecimiento -de nuevo- de vacuna Bexsero, o la Serratia…

Pero no: hoy vengo a compartir la noticia de un curso de porteo (ERGONÓMICO) por y para profesionales sanitarios. Toda la información la ha publicado aquí mi compañera María:

Formación en porteo para profesionales de la salud por Mi Mamá Ya No Es Pediatra

Y, ¿por qué habiendo otras noticias pediátricas esta semana prefiero destacar ésta? Pues muy sencillo: creo que el porteo ERGONÓMICO sigue siendo desconocido para muchos de los profesionales encargados de la salud de los niños, y por supuesto, también para las familias. Es más: muchos pediatras lo miran con escepticismo y cierto grado de desconfianza y prejuicio, «porque seguro que esa madre que portea es una hippy antivacunas y tal» (comentario que he oído no una, sino decenas de veces). Pues bien, no. El porteo (¡ERGONÓMICO!) tiene muchos beneficios para madre e hijo y cada vez hay más evidencia al respecto; por lo que, como pediatra que soy, en mi mano está intentar fomentar su conocimiento al igual que informo de los incuestionables beneficios de las vacunas o de los peligros de mantener los productos de limpieza al alcance de los niños (por ejemplo).

De Mi mamá ya no es pediatra

De Mi mamá ya no es pediatra

Si esto del porteo (ergonómico!!!) es algo que ni te suena o de lo que casi no has oído hablar, pero quieres saber más, 🙂 , aquí te dejo un post resumen que escribí en su día.

PD: el curso anunciado más arriba DA CRÉDITOS. Ahí lo dejo, en estas épocas convulsas de OPEs desproporcionadas… 🙂

 

 

Azúcar: cuanto menos, mejor.

Seguro que todos os habréis dado cuenta de que la preocupación y la alerta sobre el excesivo consumo de azúcar que existe en la población general está creciendo exponencialmente durante los últimos meses.

Y sois unos cuantos los que, sabedores de mis tendencias a la curiosidad científica y al frikismo a partes iguales, me habéis preguntado si realmente es para tanto, o si es una moda «como ha pasado con el gluten, o con la leche de vaca, o como el aceite de oliva que antes era muy malo y ahora es muy bueno…» 🙂

El tema es complejo de resumir, pero sintetizaré comunicando -con total consciencia de lo que estoy diciendo- que SÍ, QUE CUANTO MENOS AZÚCAR, MEJOR.

Por tanto: ¿Qué no pretendo con este post?

No pretendo exponer de forma pormenorizada las consecuencias fisiológicas de la ingesta excesiva de azúcar.  No, porque no soy una experta en nutrición, ni mucho menos; soy médico (especializada en pediatría y reumatología pediátrica), aunque intento estar al día. Y hace tiempo que se oyen campanas al respecto… En Medicina, aquello de que «cuando el río suena agua lleva» acaba derivando a veces sí, y a veces no, en hechos demostrados por la «Medicina basada en la Evidencia».

Y la evidencia ha hablado: sólo con poner «Sugar Intake Children» en Pubmed (el buscador de artículos médicos por excelencia) se nos ofrecen 3672 resultados. La preocupación surge al comprobar que la alta ingesta de azúcar refinado aumenta las probabilidades de sufrir diversos problemas de salud, como obesidad, síndrome metabólico, diabetes, cáncer, caries… Como en otras tantas situaciones, nuestro cuerpo se rebela contra aquello para lo que no está diseñado; y no está diseñado para consumir tanto azúcar. Pensad que hace cuatro días estábamos en las cavernas… 🙂

Porque el azúcar, mal que nos pese, no es un alimento necesario. Me refiero al azúcar refinado, que es un tipo de hidrato de carbono. Hay muchos otros hidratos de carbono en la dieta (el almidón del arroz, la fructosa de la fruta) que desde siempre han formado parte de nuestra dieta (de nuevo: hablo de milenios, no de décadas). El caso es que en los últimos años cada vez se ha ido incluyendo más el azúcar refinado en todo tipo de alimentos: galletas, cereales para el desayuno, cereales para los bebés, alimentos precocinados, verduras enlatadas, zumos, refrescos, ¡en todos lados! Es muy, muy difícil, conseguir comer evitando al máximo el exceso de azúcar.

Como os decía, no voy a extenderme en explicar los efectos deletéreos del azúcar porque otros ya lo han hecho muy, muy bien. Así que, para aquéllos a los que pillen de sorpresa estas afirmaciones, os recomiendo bucear por:

Sinazúcar.org

Preguntas y respuestas sobre azúcar y salud. 

Las fotos que muestran el azúcar oculto de tu comida (el Comidista)

Las entradas acerca del azúcar de Mi dieta cojea

Consejos para reducir su consumo sin morir en el intento, de Dime qué comes.

Cómo no, a Julio Basulto 🙂

Y por supuesto a Juan Revenga de El Nutricionista de la General

Y, ¿Qué pretendo con este post?

Pues convencer a todo el que me lea de que consumimos demasiado azúcar y no debería ser así. Digo esto porque sigue habiendo mucha conciencia generalizada de que «el cerebro necesita azúcar«, «para crecer se necesita azúcar«, y por supuesto, que «los niños necesitan azúcar«. Pero no: creedme, no es así. También es curioso cómo la industria alimentaria disfraza el azúcar de sus productos, a nivel publicitario, como «energía». En general, cuando oigas en un spot: «Energía para tus hijos a la hora del desayuno…» no tengas ninguna duda de que el producto en cuestión estará probablemente llenito de azúcar (que no necesitan). Y sí, hay que leer las etiquetas. Me ha gustado este artículo:

Azúcares: cómo intoxicamos a los niños sin saberlo

Y para los que me habéis preguntado que si «lo de que el azúcar es malo» es un moda:

No, temo que no. En cierto que alimentos que antaño se consideraban poco saludables a día de hoy son recomendados (por ejemplo, el aceite de oliva) y que hay modas que no se sostienen por la evidencia (como la cruzada contra la leche de vaca o el gluten) pero otras veces, la mayoría, no es así: la Medicina se posiciona cuando realmente hay evidencia, «pruebas científicas irrefutables», vaya. Como no hay nada más gráfico que un ejemplo, aquí os lo dejo:

Imagen sacada de Tecnoxplora en esta entrada: http://www.tecnoxplora.com/ciencia/divulgacion/tabaco-venderse-como-medicina-resultar-veneno_2014050557fca2750cf2a2e945ba1601.html

Imagen sacada de Tecnoxplora en esta entrada

Estaréis de acuerdo en que no se mira igual al tabaco ahora que hace 20 años, ¿verdad? Bien… pues es posible que con el azúcar acabe pasando lo mismo. 🙂

 

Mi 2016.

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Enero fue una porquería de mes, así que pasapalabra [Ellas: No, mamá, acuérdate de que compramos por fin la tele grande. Mami, Enero moló por eso]. [Yo: Vaaaale]; en febrero me disfracé de tres cosas distintas en 24 horas, algo que no había hecho en mi vida, y me enganché a la sopa de miso; todo esto, en Galicia, mirá vos, y mientras tanto, en Madrid, empezamos la búsqueda de los nuevos head quarters de Villamocos; en marzo, nuevamente disfruté como una enana esquiando, pero, sin duda, lo importante de este mes fue que aquí donde me veis OFICIÉ una ceremonia de boda, con un par, ea, con todo el morro, y ni tan mal… tenía su punto lógico: los novios son mis primos (que no primos entre ellos como dice la canción de Lorca, sino primos míos cada uno por su lado)… gracias, queridos míos, qué pena que el alcalde decidiera abortar la ceremonia por sus fueros antes de tiempo,… aunque, ¡siempre nos quedará la anécdota! 🙂 Abril fue el mes del año 2016 por excelencia: mi segunda sobrina vino al mundo mediante un parto feliz y sin complicaciones (pese a haber estado a punto de nacer la chiquilla en el portal de casa)… 🙂 Mayo fue un mes «montaña rusa» y punto pelota.. :-). Junio estuvo marcado por el fin de curso de las nenas, aunque este año (casi) todo el protagonismo se lo llevó Miss Trotona con su examen de pase de grado en el Conservatorio, que ella vivió básicamente con cero estrés y total jolgorio, alegría y cachondeo 🙂 … Julio y Agosto fueron meses de alternar un Madrid tranquilo con una Asturias que disfrutamos más que nunca, de buen tiempo continuo y gélidas aguas cantábricas (que tragué abundantemente, pero es que quién me manda a mi edad adentrarme en determinados deportes 🙂 )… Septiembre y la sempiterna vuelta al cole me pilló desprevenida porque faltaban las segundas vacaciones: repetimos Menorca, esta vez con nuestros amigos vidis, y acertamos DE PLENO; además, me engancho a Netflix;  Octubre,… por fin ME ATREVÍ A HACER ALGO que llevaba cavilando muchos meses, una pequeña locura muy pensada, con alguna tentativa previa que no había sido consumada: me corto el pelo más corto, casi, que nunca,… y al final resulta que no es para tanto, y de hecho quizá repita 🙂 ; Noviembre, congresos, empieza a animarse la pediatría con los primeros fríos, primer concierto del curso de las nenas, vuelvo a dibujar y pintar (una ilustración para la Dra. Spock); Diciembre cumplo 40 y tengo la mejor fiesta que podría haber imaginado, encontramos nuevo nido, y el año termina como está mandado: con buenísimos propósitos…

Hola, 2017, pareces majo, espero caerte bien 🙂

De paseo por Oviedo…

Post relámpago: paseo por Lloviedín del alma en el típico día de las vacaciones de Navidad. 🙂

Parada 1: vamos a comer oricios en la sidrería Gran Vía, un clásico en los meses de invierno para recargar mi tiroides de yodo y mi alma de salitre (Jodó, Ay que ver qué poeta llevo dentro).

Hija Adolescente: «Mamá, qué asco, por favor, no sé cómo puedes comer oricios, yo passsso«.

Hija Niña: «Mami, quiero bígaros, ¿Pedimos bígaros? Porfa, porfa, porfa…»

Parada 2: se supone que es volver a casa.

Hija Adolescente: «Mamá, en serio, ¡necesito comprarme una falda y unas botas! ¡sólo tengo una falda, mamá!»

Hija Niña: «Mami, ¡mira! la Mafalda del Parque San Francisco! Hazme una foto con Mafalda, porfa porfa porfa mami…»

[En cualquier caso, no me voy a casa a dormir la siesta]

adolescente

Parada 3: Corte Inglés.

Hija Adolescente: «Mamá, vamos a la sección Joven, que en Niños todas las faldas son tutú, y no me molan nada».

Hija Niña: «Mami, tengo ganas de hacer pis, y tengo hambre, y tengo sed… Mami, tengo sed«.

[Parada técnica: cafetería]

PARADA 4: TERMINAMOS LAS COMPRAS EN EL CORTE INGLÉS.

Hija Adolescente: «Mira, mamá, un Claire’s como el de La Vaguada, ¡quiero comprarme con mi dinero ahorrado un parche para la chupa vaquera

Hija Niña: «Mami, mami, ¡mira! La estatua de Rufo, ¡hazme una foto con la estatua de Rufo!«.

PARADA 5: VUELTA A CASA.

Hija Niña: «Mami, cuéntame historias de cuando yo era pequeña, anda, porfa, anda, porfa…»

[Se las cuento. Las escenifico]

Hija Adolescente: «MA-MÁ, POR-FA-VOR, DEJA DE HACER EL TONTO POR LA CALLE».

[Me recoloco y dejo de hacer el payaso por la Calle Uría]

 

Si habéis leído hasta aquí, seguro que habéis pensado: obviamente, la hija adolescente es Miss Trotona, de 11 años, y la hija niña es Miss Berrinche, la pequeña…

PUES NO. Y aquí viene la sopresilla del post (que publico por si os sirve a progenitores de preadolescentes):

TODO lo publicado corresponde a mi hija mayor, que se debate entre la infancia y la adolescencia cada instante de su actual vida. 🙂 Salta de un estátus a otro con facilidad pasmosa y yo, lógicamente, estupefacta me quedo. No sé cuándo tengo niña y no sé cuándo tengo adolescente. Va por minutos. Pon un preadolescente en tu vida, no te aburrirás. 🙂

[Por cierto, la historia de la tarde termina así]:

Hija Adolescente: «Mamá, estoy agotada… ¿Cogemos un taxi en el Parque San Francisco? Porfa…»

Hija Niña: «Mamá, no hay taxis… ¿Y si vamos a la tirolina del Parque San Francisco? ¡¡¡Mami, vamos a la tirolina!!!

[Acabé en la tirolina, claro está, con dos cojones, con mi preadolescente, que era la mayor entre una jauría de críos de 6 años].

Post dedicado a mi referencia en adolescentes, o sea, mi amiga del alma la Dra. Ingridbergman. 😉

 

 

Los besos de los niños.

Ya sabéis que me encanta comentar lo que se cuece (tengo una prima que, en esto, es igual que yo; ya sabréis dentro de poco por qué lo digo 🙂 ), y estos días se habla mucho de este tema en las redes sociales.

¿Deben los niños dar besos siempre que se les pida?

El debate más intenso nació hace ya un tiempo, cuando a alguien se le ocurrió abiertamente cuestionar el tan habitual «Pepito, dale un beso a la señora«, proclamando que los niños NO deben dar besos si no quieren.

Como tantas veces en los asuntos relacionados con los niños y la crianza, merece la pena PARARSE Y PENSAR. Porque, aunque a primera vista pueda parecer una cuestión banal, en el fondo no lo es, ni mucho menos.

  1. ¿Recuerdas, madre o padre hoy adulto, cuando eras un niño y te pedían que dieras un beso a un señor que no conocías? ¿Te gustaba? ¿O más bien te desagradaba?
  2. ¿Qué tiene de bueno que tu hijo/a obedezca esta orden? ¿Es una mera cuestión de educación?
  3. ¿Y qué tiene de malo?
  4. Cuando a tu hijo/a de 16 años le pida un beso un compañero/a del instituto, ¿Quieres también que obedezca a pies juntillas?

… Y, como tantas veces en los asuntos relacionados con los niños y la crianza, la respuesta «esto se hace así porque siempre se ha hecho así» puede no ser válida, y de hecho en mi opinión no lo es.

Los besos de otros nenes se soportan mejor. Aunque vengan cargaícos de virus, como en este caso (Miss Trotona y Miss Berrinche a los 14 y 0 meses).

Los besos de otros nenes se soportan mejor. Aunque vengan cargaícos de virus, como en este caso (Miss Trotona y Miss Berrinche a los 14 y 0 meses).

Yo me decanto:

No obligo a mis hijas a dar besos y abrazos a quien no quieren. Las razones que para mí son válidas (PARA MÍ) son las siguientes, respondiendo a las preguntas que planteé líneas arriba:

  1. Respondo que no: no solía gustarme. Y cuanto mayor era el solicitante del beso, menor era mi inclinación natural a dárselo. Los niños tienen escrúpulos, más que los adultos incluso. Qué horroroso era para mí, a los 6 años, tener que besar a una persona «mayor» que olía a tabaco y me dejaba «babas» en mi mejilla.
  2. Educación: soy partidaria completamente de enseñar a los niños normas de civismo, por supuesto. Y creo que un «buenos días», un «encantado de conocerte» o un «Feliz Año Nuevo» son fórmulas del todo adecuadas en niños de cierta edad. Pero un beso es algo bastante íntimo, y los niños así lo sienten. Los adultos, en realidad, lo sentimos igual: no damos besos así como así, fuera de la consabida fórmula (española) de los-dos-besos-junta-mejillas. Un SOLO beso tiene mucho más significado que dos, ¿o no?
  3. Por un lado, dicen que lo que tiene de malo es que los niños pequeños pueden confundirse y pensar que cualquiera tiene derecho a «contactar con su cuerpo» y permitir en ulteriores ocasiones que otro adulto traspase una barrera que no debe traspasarse (no, no penséis que hablo de fantasmadas, que estas cosas ocurren más de lo que la gente cree). Yo no tengo tan claro el peso de esta razón: creo que a los niños hay que explicarles desde bien pequeños que nadie puede traspasar dicha barrera, independientemente de los convencionalismos sociales. En cambio, lo que sí me parece cierto es que forzar al niño a dar besos es exigir que un niño haga algo que le disgusta sin ningún fundamento sólido. Y esto, creo yo, recala en lo de siempre: falta de respeto al menor, considerada a menudo como algo normal. Que un niño quiera cruzar la calle cuando el semáforo está en rojo y pasan coches es algo que todos comprendemos que debe prohibírsele, y explicársele. Pero, ¿qué explicación razonable tenemos para obligarle a dar un beso a un desconocido? Realmente, ninguna.
  4. No, no quiero que besen, ni abracen, ni se acuesten, con nadie que no deseen. Nada más que añadir, señoría. 🙂

A menudo, los papás de los nenes de mi consulta les animan a darme un beso cuando se van.

Muchas veces me lo dan con diligencia (de momento; ya veremos cuando tenga 20 años más, no el paciente, sino yo 🙂 ), pero cuando les veo dubitativos, rápidamente corto con un «Bueeeeeeno, los besos son un poco rollo, ¡mola más chocar los cinco!» y les ofrezco mi mano… Os imagináis la respuesta, ¿no? ¡¡¡Give me five!!! Y todos contentos. 🙂

Al respecto, me ha gustado y mucho el post que escribió hace nada Mónica, de Desmadreando, os lo recomiendo. Y, como siempre, no soy una fundamentalista ni en esto ni en otras cosas. Pero hay nenes que… lo pasan mal.

PD: Este post ha surgido a raíz de la conversación mantenida anoche con mis amigas de siempre, en Oviedo. Gracias por sacar el tema, C. 🙂

PD2, añadida al día siguiente y tras ver el revuelo organizado. Mis hijas suelen dar besos a sus abuelos, tíos y primos, y supongo que es básicamente por simple imitación. Como siempre han visto que entre familiares nos damos besos, pues ellas lo hacen también. Nunca se han negado, la verdad es que no; nunca. Y reconozco que quizás me habría resultado incómodo que les negaran un beso a sus tías o abuelos… no lo sé. 🙂 Y ya, acabo por hoy! 🙂

… Que se acaba 2016!

Se acaba 2016, sí. Un año que para mí empezó más bien mal (hospitalizada, de hecho) y que luego fue mejorando sin parar hasta convertirse en uno de los mejores años de mi vida. 🙂 Será porque me convertí en cuarentañera, ¡quién sabe!

¿Qué ha pasado con el blog?

Pues lo que me imaginaba ya el año pasado, y el anterior: el blog ha seguido vivo. Y dándome alegrías… los hijos tardíos suelen hacer eso. 🙂

Estadísticas

  • Tráfico: en 2016 han entrado a bucear por Un fonendo en Villamocos 70.000 personas. 🙂 El post más visitado sigue siendo, como en 2015, Consejos que me hubiera gustado recibir de R1. Coñe: jamás habría imaginado que este post tendría tanto tirón, pero así es el mundo blogger. Inescrutable. 🙂 Otras entradas muy visitadas han sido las relacionadas con dos trending topics pediátricos: la vacuna Bexsero y los piojos.
  • El país que más visitas ha registrado es, cómo no, España. En segundo lugar, México, seguido de cerca por R. Dominicana y después EEUU/Argentina. Sigo alucinando con los lectores que cada día me leen desde el Caribe. 🙂
  • Términos de búsqueda: como diría mi madre, «Vive Dios que esta sección es divertidísima, nena«. 🙂 Como conté aquí (vale la pena rememorarlo, aunque sólo sea por el «retoño en los pastos produce fiebrón» o «consecuensias de jugar chiligüili) los términos de búsqueda son las palabras que tecleadas en buscadores conducen a mi blog. Las más graciosas de este año han sido: «tos desesperación» (así sin anestesia, directo al corazón), «Porqué se me hizo una bomba de agua en un moco« (no tengo palabras), «Bexsero no hace crecer cabeza del bebé« (que yo sepa, no), «Qué hay que hacer en guardias de Urgencias« (¡esto es el paradigma del residente optimista: buscar en Google el día antes de la primera guardia!), «Síndrome del residente saliente de guardia» (ya te lo digo yo: pues es que puedes hasta comprarte un coche en un arranque de valentía; o cortarte el pelo al uno; o no estar saliente sino salido de guardia, que es lo mismo pero no é iguá), «Cuál es el récord de más piojos sacados» (no quiero pensar en la pobre madre que escribió esto).
  • Top moments (Lo he puesto en inglés porque me ha salido la vena cosmopelotita). Sin duda fueron: cuando anuncié que mi bitácora cambiaba de rumbo. Lo haría hacia un blog más intimista y menos pediátrico, pero fiel a mi espíritu un tanto majara siguió siendo bastante pediátrico… :-). Otro golden hit fue cuando hablé de la lactancia materna, por supuesto. También gustaron los posts relacionados con el aborto y con el parto, y para finalizar el año, el post en el que me destapé a mis 40. 🙂
    En este carpeta vino mi contrato.

    En este carpeta vino mi contrato.

Aunque lo gordo estaba por llegar.

No me imaginaba yo, con la pedazo fiesta que tuve, y con el montón de regalos que recibí, que al llegar agotada a casa de mis padres en Oviedo a intempestivas horas de la madrugada, mi consorte y mis queridas hijas se iban a venir arriba con la entrega entusiasmada del último y más importante regalo. Nada más y nada menos que un contrato con una editorial para escribir un libro. Autopublicación, le llaman, susto para mis entretelas, lo llamo yo. Que eso es como si cojo y le compro a mi santo un dorsal para correr la maratón de Boston. Que digo yo que igual le hace ilusión, quién sabe, pero un poco de intríngulis por sus carnes seguro que le transmite…

Así que sí, afrontemos el 2017 escribiendo más (la tesis, de paso… que presume de telarañas), y lo que se tercie.

Gracias por seguir todos ahí, villamoquistas. Se os quiere. 🙂